¿Estás seguro que deseas un “cuerpo perfecto”? ¿Y si ya lo tienes?
Te podrías sorprender mucho si te vieras por dentro. Nuestros cuerpos son una maravilla, una fábrica perfecta. Una fábrica con multitud de departamentos, empleados, procesos y productos. Si tratamos nuestra “fábrica” con amor y cariño, lo normal es que produzca de forma correcta y durante muchos años.
¿Y qué ocurre si no lo hacemos? Pues los empleados se enfadarán y trabajarán a regañadientes. Si no les damos materia prima, no pueden fabricar nada.
¿Qué queremos explicar con esto?
Hay que olvidarnos del “cuerpo perfecto” que nos quieren vender. Nuestro cuerpo puede tener un aspecto “socialmente correcto”. Podemos estar delgados o gorditos, pero esto no determina que la “fábrica” funcione de forma correcta.
Vemos una persona aparentemente sana y en su peso correcto, pero, ¿de verdad está sana?. Dependerá de su alimentación, nivel de estrés, hábitos con respecto a ejercicio, ingesta o ausencia de alcohol y drogas.
También podemos ver una persona que aparentemente le sobran unos kilitos por estética. Para empezar, si le sobran por estética, no le sobran. La estética la modifica la sociedad a su antojo. Hace 60-70 años lo correcto era estar rellenito, pero esto va cambiando a lo largo de los años.
Estos cánones de belleza hacen mucho daño en nuestra sociedad. Crean complejos y fomentan comportamientos autolesivos.
A nivel global poco podemos hacer. Las grandes multinacionales de ropa deciden que está bien y que esta mal. Una talla 38 esta bien, una 42 está mal. Y todo esto sin tener en cuenta las diferencias entre una talla 42 de ahora y una 42 de hace 20 años.
¿Podemos hacer algo?
Si, claro que sí. Lo primero no acomplejar a nuestros niños. Transmitirles seguridad. Para ellos somos el primer modelo de referencia. Pongamos un ejemplo:
Vamos a la playa y hace muchísimo calor. Dejamos puesta la camiseta. No queremos enseñar nuestro cuerpo por la barriguita post-embarazo, o el papá porque no tiene los abdominales de antes. Este es el primer error. Los niños son una esponja. ¿Qué ven ellos?. Complejo, vergüenza. Y si los papás lo hacen, los niños lo copian.
“No somos perfectos, no nos podemos mostrar”. Ese es el mensaje.
Deberíamos quitarnos la camiseta, nadie es perfecto. Todos somos reales y no hay de qué avergonzarse.
Podemos ser más altos, más bajos. Tener una estructura ósea tremenda o un esqueleto pequeñito. También podemos tener los ojos verdes o marrones. Es genética, es nuestra herencia. Nuestra esencia. Hay factores inamovibles, nuestra estructura corporal es la que es.
¿Qué podemos hacer? Cuidarnos. Cuidarnos para estar sanos y acordes a nuestra genética. Si tus padres, abuelos y tíos miden 1,50 m, es altamente improbable que tú midas 1,92m (no imposible, pero estadísticamente muy improbable).
Si tu familia tiene una estructura ósea inmensa es altamente probable que tú también. Por este motivo analizamos siempre la estructural corporal de una persona.
Ejemplo Real.
Pongamos 2 amigos que pesan 90kg y miden 1,75m. Uno tiene barriguita , el otro no. Sin mirar nada más, ambos amigos están pasados de peso. Pero, ¿y si miramos su estructura corporal? ¿Cómo puede ser que pesen lo mismo, midan lo mismo y sean tan diferentes?
El amigo con barriguita tiene un 30% de grasa y muy poca musculatura. Por lo tanto, si tiene un exceso de peso real. El otro amigo tiene un 14% de grasa y una musculatura muy grande. ¿Qué hacemos con él? ¿Le decimos que pierda peso? Desde un punto de vista saludable no tendría sentido. Este amigo tiene una estructura ósea y muscular grande. Bien sea, por temas genéticos, o por sus hábitos, su cuerpo es así. Lo importante no es tener un “cuerpo perfecto” sino un cuerpo sano.
No intentemos entrar todos en una talla 38. Cada persona es diferente. Intentemos que nuestra familia este sana, sólo sana.
“Si como sano, me muevo y estoy feliz. Tengo un cuerpo perfecto. El peso es otra historia.”